Vivimos una situación laboral actual es muy complicada para el Capital Humano. En la empresa se vive, lo queramos o no pasamos gran parte de nuestra vida en ella y, como mínimo en términos cuantitativos, es una parte importante de nuestra vida.
Pues, muchas veces,vivimos en un ambiente de contaminación emocional, en un entorno tóxico, en donde la incertidumbre ante el futuro, el miedo a los cambios, la inseguridad en el puesto, las malas prácticas de gestión de personas, las dificultades por las que pasa la empresa hoy en día, los conflictos no resueltos, la resistencia, los problemas cotidianos, etc., hacen que la tensión, el malestar, el estrés y el pesimismo se adueñen de la atmósfera laboral. Las emociones son altamente contagiosas. Y esto es bueno y malo a la vez, puesto que se propagan igualmente las emociones negativas y las positivas.
Para gestionar Capital Humano, para liderar al equipo, para motivar, es necesario realizar una adecuada gestión de las emociones. El/la líder deberá ser un/a líder de emociones o líder emocional y tendrá que empezar por su propio autoconocimiento emocional, para llegar a las claves para su autorregulación. Aprender a canalizar sus emociones negativas en otras más adaptativas, más positivas.
A partir de ello, será necesario que gestione las emociones de su equipo, primero siendo un ejemplo vivo de positividad y optimismo, irradiando energía y ganas, generando oportunidades para que se generen y se propaguen emociones positivas. Luego, tendrá que poner en práctica el resto de pasos del liderazgo emocional, es decir, conociendo, comprendiendo, apoyando y sirviendo a su equipo, transmitiendo sus valores y los de la empresa y respetando los de los demás, generando confianza en el equipo al transmitir honestidad, seguridad y autenticidad, promocionando y desarrollando la resiliencia y los valores humanistas en los colaboradores.
Todo esto supone un gran esfuerzo para responsables de gestión de personas, pues requiere un cambio en el estilo personal y una gran dedicación al bienestar emocional y la motivación del equipo, ya que se trata de realizar un “traje a medida” para cada uno de sus colaboradores.
Para ello, deberá ir revisando las clausulas del “contrato psicológico” de cada miembro de su equipo, detectando las percepciones de este, respecto al equilibrio o desequilibrio entre las aportaciones, necesidades y expectativas mutuas que se generan en la relación “empresa-empleado”, para saber si existe sensación de compensación psicológica entre lo que el colaborador cree que aporta a la empresa y lo que cree que está recibiendo de ésta; tendrá que conocer los valores, creencias, objetivos, anhelos, ilusiones, fortalezas y debilidades de cada uno… Esto es (me atrevo a decir) un trabajo de “ingeniería emocional”, cuyo resultado os aseguro (por mi propia experiencia como coach emocional de directivos) que merece realmente la pena, tanto por el bienestar psicológico generado en el equipo, como por el grado de implicación, motivación, compromiso, energía y rendimiento que resulta de ello.
Enhorabuena Ofelia.
Muy interesante y muy bien escrito.