El pasado 14 de febrero tuve el honor de participar en la primera edición TEDxYouth de Valencia «TEDxYouth Río Turia» que en esta ocasión tenía el lema ¿Qué puedo aportar a la sociedad? Los eventos TEDx son locales con el objeto de hacerse globales a través de la estructura TED. Los TEDxYouth pretenden mostrar ideas de jóvenes, en esta ocasión para mejorar su barrio, su ciudad, un colectivo, el mundo, etc. no tiene ningún ánimo de lucro y su finalidad no es la de modificar las cosas, si no la de cambiar conciencias. Como decía la organización: «Los jóvenes son los adultos del futuro y en sus manos estará la gestión de la sociedad»
Aquí puedes ver el vídeo de la jornada:
También os publico el texto de mi intervención dirigido a los jóvenes que tenía como público con algunas reflexiones respecto a mi experiencia personal y profesional que espero sean útiles en este apasionante camino que es la vida.
Y 20 AÑOS DESPUÉS…
Iba, hace poco, caminando por la calle, dirigiéndome a un Consejo de Administración de una empresa cliente y, me encontré con algo que llamó poderosamente mi atención. Era un cartel publicitario de un grupo educativo que decía algo así como “preparamos los líderes de mañana”.
En el cartel había una foto de unos niños de no más de 10 años, con camisa, corbata y pantalón ejecutivo… y esta imagen, me retrotrajo a cuando yo tenía esa edad y se suponía que me iba a preparar para ser líder.
Algo no concordaba. En mi educación desde bien temprana edad, me ensañaron la palabra humanismo y los valores que tenían que formar parte de nuestra columna vertebral como persona primero, para luego sostener a la futura profesional que sería. Yo no entendía eso por entonces, no era consciente de que me estaba cimentando sobre el suelo firme de los valores, para que luego, los vientos de la vida, no provocaran más que pequeñas grietas sobre el edificio de mi alma, por más fuerte que azotaran. Pero lo fui descubriendo poco a poco y a base de días tormentosos, de gotas frías, de nieve y viento, pero también de cálidos días de primavera, de resplandecientes soles sobre cielos limpios, de lluvias refrescantes que vienen a aliviar un calor asfixiante.
Misión
Alrededor de los 17-18 años, el equipo de orientadores del centro educativo donde yo estudiaba, nos hizo un estudio de orientación vocacional, y, entre otras cuestiones, nos preguntaron a todos qué queríamos ser de mayores. Cuando nos entregaron las valoraciones llamaron a mis padres. Yo noté que algo pasaba y claro, tenía que ver con mis respuestas. Yo quería ser (allá va…) directora de organizaciones a través del alma de las personas. Por entonces, no existía ni siquiera eso que hoy llamamos Departamentos de Desarrollo de Capital Humano, ni el coaching… Pero en ese momento, me di cuenta de que sin más, gracias a esa maravillosa educación que me habían dado mis padres, había expuesto (ni más ni menos) que mi misión en la vida.
Doy gracias por lo que hoy soy y por lo que hoy sé y por todo lo que todavía me queda por saber, por crecer… Soy muy consciente de lo que supone ser un profesional vocacional, que entiende la labor fundamental y la tremenda responsabilidad que conlleva el formar personas que intentan sacar la mejor versión de sí mismos, teniendo un objetivo en la vida, que sea superior al beneficio individual.
¿Qué queréis ser?
Pero lo importante, no es sólo preguntarse a vuestra edad “el qué” (queremos ser), sino el “para qué”. ¿Qué quiero ser dentro de 5, 10 o 20 años? ¿Para qué quiero ser esa cosa o la otra? Son preguntas trascendentales en la vida, en vuestra vida y es justo ahora, con vuestros preciosos 20 años, cuando hay que reflexionar y plantearse todas estas cuestiones, puesto que tenéis casi todo el camino por andar. Y con más razón, vosotros, jóvenes, que ahora os han dicho que seréis la generación perdida. Sólo seréis una generación perdida si decidís serlo. Si abandonáis vuestro destino a la duda o a la improvisación. Cuando yo tenía vuestra edad, no permití que nadie me dijera dónde ni qué tenía que estudiar. Tenía claro que ante todo quería formarme como lo que era, una persona. En aquella época, mi inexperiencia y candidez, hacían que no pudiera ni siquiera sospechar, todo lo que tendría que aprender más tarde de la vida (aquellas competencias que no se enseñan en las Universidades), pero sí tenía muy claro mi objetivo, el “que´”, el “para qué”, y el “dónde” tenía que ir, para conseguirlo. Y elegí con mucho cuidado, una universidad que tuviera un estricto código de valores, cientos de años de experiencia en enseñanza, con carácter internacional y que permitiera aprender de otras culturas, nacionalidades y maneras de percibir y comprender el mundo.
Solo buscando la diversidad, entenderemos nuestro lugar en la misma. El mundo se ha vuelto tremendamente cambiante, convulso y global. Además, ahora estamos en un momento histórico en el que nada nunca será como hasta ahora. Aprovechadlo!!! Tenéis la posibilidad única de liderar esa transformación, y estáis en ese momento maravilloso en el que todo es posibilidad, todo está por hacer. Elegid vuestro rumbo, diseñad vuestros sueños pero sin apartaros nunca de vuestro objetivo y de lo que podéis aportar a la sociedad. Y cuidado con los falsos líderes, no tenéis la necesidad de copiar recetas decadentes, abusivas o parasitarias que hipotequen todo vuestro futuro, el de vuestro entorno o el del resto de la sociedad.
Conforme iban pasando los años, iban llenando mi mochila con experiencias de todo tipo, con aprendizajes útiles que decidí ir guardando en ella y con competencias que nunca hubiera imaginado que tendría que desarrollar, según la idea del mundo a mis tiernos 20 años, pues algunas fueron la consecuencia adaptativa de experiencias que no entraban dentro de “mi realidad” y otras, pertenecían más al acervo de sabiduría popular, que podía tener por ejemplo mi querida abuela, persona fuerte, valiente y sabia, por lo que quedaban fuera de cualquier programa formativo, reglado o no. Así fue como fui aprendiendo que la concepción que yo tenía de la vida -donde todo el mundo premiaría el esfuerzo, las buenas intenciones, el sacrificio hacia la excelencia-, no era tal y como me lo habían contado. A los 30 empecé a sospechar que no todo el mundo era bueno. Descubrí sanguinarias luchas dentro de las organizaciones, competitividad encarnizada interna y externa, intereses empresariales que no siempre estaban al servicio de los mejores, o de las mejores personas.
Y fue entonces cuando vino la parte más importante de mi vida, y de vuestras vidas. ¿Cómo reaccionamos ante este descubrimiento? ¿Pueden vientos y tempestades derrumbar mi edificio, sustentado sobre mis valores más seguros? ¿Seguimos al que parece el único paradigma imperante en estos momentos? Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Cómo vais a reaccionar ahora? ¿Vais a justificar el que os hayan robado el futuro, haciéndoos igual que ellos?
En mi caso, tuve suerte porque contaba con dos ejes fundamentales, que sin saber, había utilizado para poner las ruedas del carro con el que estaba haciendo mi camino. Por una parte, mi fuerte convicción sobre mis valores humanistas: saber que ellos guían cada uno de mis pasos, me da la seguridad de saber que estoy guiando mi vida por donde yo quiero ir, que he tomado quizá un camino más tortuoso, más empedrado, o más largo, pero que es mi camino y yo soy la responsable, pues para mí, es el más bonito y el que más satisfacciones me da. Y por otro, supe rodearme de hermosas personas que me han acompañado en el viaje (y siguen como entonces), siendo el otro eje de mi carro. Ellos me han apoyado y confortado en los momentos difíciles y también han celebrando cada uno de los trayectos que he logrado acabar con éxito. Han sido la brújula que me ha señalado el norte, cuando me estaba desviando del camino, el freno cuando iba demasiado deprisa para el terreno que estaba pisando, mi volante para no salirme en las curvas más peligrosas, mi acelerador cuando necesitaba un acicate para espabilar, mi combustible más preciado cuando las fuerzas me fallaban…
Ya ahora, que ya he pasado los 40, que voy caminando por una calle cualquiera, en un día cualquiera y que me encuentro con un cartel publicitario que anuncia que se preparan líderes para el futuro, reflexiono sobre todo lo que he aprendido desde que tenía vuestra edad. ¿Soy lo que quería ser a los 20? Rotundamente sí. Soy la “directora de organizaciones a través del alma de las personas” que quería ser, transformando a las empresas a través de la mejora de las personas que la integran, y procurando que esto se traduzca en un aporte de valor a la sociedad que las acoge.
Y, ¿cómo lo he conseguido? ¿Qué he aprendido a lo largo de todos estos años? ¿Qué os puedo yo, ahora, aportar a vosotros? Así es como yo lo he hecho, y es lo que, humildemente, os puedo aportar hoy.
- Descubre tu elemento: ¿Quién eres de verdad? ¿Qué amas? ¿Cuáles son tus motivaciones más profundas? ¿En qué materias y disciplinas disfrutas? ¿En qué eres realmente bueno? ¿Con qué disfrutas tanto que pierdes la noción del tiempo?
- Hazte competente en una de ellas. Trabaja duro, con esfuerzo y sacrificio. Tiende a la excelencia en aquello que hayas elegido estudiar y hacer y disfruta con el trabajo bien hecho, porque solo así te sentirás orgulloso de saber que estas construyendo algo bueno.
- Atrévete a ser diferente. Este mundo está buscando personas únicas en todos los campos, personas diferentes, que desean ser y no se conforman con imitar lo que otros han hecho antes. Todos somos únicos. Todos somos especiales. Ten la valentía de diferenciarte y dile al mundo en qué y cómo eres diferente. Construye tu marca personal. Aprovecha la inmensa autopista de la interconectividad, para ir construyendo tu identidad en el mundo.
- Cultívate en hacer inteligentes tus emociones, en construir la ilusión por cada cosa nueva que haces, en alimentar la pasión y la motivación que te permitirá ganar cualquier carrera en esta vida. Las emociones son muy contagiosas. Imagina el efecto que tendrás a tu alrededor, si eres capaz de generar pensamientos y emociones positivas dentro de tí.
- Aprende a fracasar de forma natural. Cada fracaso supondrá un peldaño más en la escalera hacia tu éxito y descubrirás la cantidad de barreras y limitadores que te están impidiendo conseguir tus objetivos.
- Elige un entorno social enriquecedor y nutritivo, personas que te ayuden a ser mejor cada día, con interés en aportar valor a la sociedad, con quien celebrar vuestros éxitos como si fueran propios y con quién compartir vuestros fracasos
- Ábrete al mundo: internacionalización, multiculturalidad, innovación… Sin olvidar que la innovación no se puede alcanzar sin creatividad, ya que es su puerta de entrada. Imaginad. Relacionaos. Construid el futuro a partir de presentes plenos. Interesaos. Disfrutad.
- Orienta tu foco a resultados. Tienes que tener claro a qué vas a dedicar cada momento de tu vida, para conseguir tu objetivo, para no desviarte. Si no, es muy fácil terminar de administrativo en un banco, en lugar de cumplir tu sueño de educar a niños en una escuela infantil.
En su momento, decidí ser quién soy, hacer lo que estoy haciendo y aportar a la sociedad a través de mi trabajo en las empresas, haciendo que éstas devuelvan riqueza al entorno donde se desarrollan. He sabido apropiarme de mi destino, seleccionar lo mejor de esta vida y dedicarme a lo que verdaderamente me apasiona: servir a las personas y aportar valor a la sociedad, desde la humildad y la excelencia.
¿Por qué no pruebas tu a hacer lo mismo? Y 20 años después… quizá, un día, pases por un cartel publicitario y te sorprendas de saber que eres, lo que a un equipo de orientadores vocacionales, les dijiste que querías ser…
Enhorabuena Ofelia, para ti fue un honor participar en el TED x Youth Valencia, pero para ellos seguro que fue un privilegio verte y escucharte.
Un abrazo y un besazo
Nacho
Como siempre impresionante!! Toda una lección de vida. Un fuerte abrazo