Los valores constituyen un elemento esencial en la gestión de los afectos. Representan concepciones de lo que está bien y de lo que está mal. También indican los límites de lo que es tolerable y de lo que no lo es, entendiendo por tolerancia la «aceptación de situaciones o acciones que resultan incómodas».
Los trabajadores, los directivos y la ciudadanía reaccionan emocionalmente frente a personas u organizaciones, según éstas actúen congruentemente con los valores que representan. Esa congruencia resulta más fácil de valorar si los valores que representa han sido explicitados previamente, son claros y tienen el mismo significado para todo el mundo.
La sincronía o armonización entre lo que se dice y lo que se hace caracteriza la integridad.
Por ello, la integridad del líder identifica los valores éticos de la organización.
En tiempos de incertidumbre la identidad ofrece certezas. El concepto de integridad o comportamiento íntegro del líder resulta de gran actualidad en estos momentos, entre otras cosas, porque constituye la mejor seña de identidad de la organización.